En el día de ayer terminó el plazo para presentar las nuevas afiliaciones radicales que podrían participar de las internas organizadas, hasta que la pandemia diga lo contrario, para el próximo 25 de octubre en la Provincia de Buenos Aires.
Oficialmente, el Comité Provincia informó que el sector que impulsa la candidatura de Máximilino Abad presentó 38.789 fichas de afiliación, en tanto que el otro, que apoya Gustavo Posse, juntó 22.905.
Dicho de otra manera, las presentaciones reflejarían una distribución partidaria que podría formalizarse con la distribución de los cargos en una supuesta lista de unidad que aún no está consensuada pero que ambos sectores no ocultan que podría pasar.
San Isidro, con alrededor de 3.500 afiliaciones fue una de las localidades que más presentó. Vicente López, al lado, sólo 1000. Quizás tenga que ver con la intensidad con la que están viviendo este momento la interna. San Fernando, conducida por el ex vicegobernador y actual presidente del partido, Daniel Salvador, dijo haber puesto 3600 afiliaciones a disposición de la candidatura de Abad.
Llama la atención, además de estas cifras, las que dijeron haber recolectado en Quilmes, donde Fernando Pérez Gresia domina una fracción possista muy contraria a la continuidad de Juntos por el Cambio, con 4000 y en La Matanza, desde donde partieron 6000 nuevas afiliaciones, estas más cercanas a Abad.
«Por lo menos polémicas” fue la observación que hizo un veterano dirigente radical que se asombró de estas y otras presentaciones, “un poco infladas”. Hasta este fin de semana se veía dirigentes recolectando las fichas en lugares donde los vecinos no conocen un radical o apenas recuerdan a Raúl Alfonsín.
Cuando el radicalismo tenía potencia y podía colocar intendentes, las internas partidarias eran muy violentas y casi siempre terminaban en los estrados judiciales por supuestas adulteraciones en las presentaciones. Ahora se ha transformado en una discusión superestructural en la que las partes se amenazan para negociar lo mejor posible.
Quizás no sea así. Pero aparece como irreal convocar a miles de personas para que vayan a votar por autoridades cuyas decisiones quedan difusas ya que no serán nada más que referentes partidarios que determinan ideas y proyectos políticos.
Si bien para los radicales esto es tan central como el manejo de un gobierno en sí mismo, la cuarentena eterna, el COVID, y fundamentalmente la crisis económica configuran un cóctel que hace poco probable que la gente vaya a votar o se suba a un auto para ser transportado. Difícil. No imposible.
Ante esto, lo que se dio a conocer ayer fueron los datos preliminares para proyectar un resultado de una negociación que recién empieza.
Para saber qué se discute, las posturas serían las más cercanas y entrelazadas con Juntos por el Cambio, referenciadas en el presidente del bloque provincial de diputados a través del marplatense Abad, o las que pretenden discutir la continuidad dentro de esa fuerza de los radicales, como la que expresa Posse, cuyos legisladores ya se habían abierto a principio de año, pero cuyo aliado, Martín Lousteau, trabaja coordinadamente con Horacio Rodríguez Larreta.
En total, habría casi medio millón de personas en condiciones de ir a votar a la interna del radicalismo, pero nunca llega al 15% de los mismos los que asisten o figuran al final del día que fueron a votar.