LA DESCONFIANZA POR EL MANUAL DE PROCEDIMIENTOS
Los intendentes, autodenominados como “la primer ventanilla del Estado”, recibirán en las próximas horas la autorización para inspeccionar los precios de todos los comercios producto del férreo control que quiere imponer el gobierno nacional sobre los almacenes, supermercados chicos y medianos, carnicerías y verdulerías, entre otros rubros.
Estos negocios ya son inspeccionados habitualmente por las diferentes áreas municipales y no estaría mal que también lo hicieran para controlar que no haya diferencias de precios entre lo que dice la planilla oficial y lo que termina pagando la gente.
Sin embargo, hay que decir que ni los propios municipios, producto de las decisiones de los intendentes, nunca pretendieron unificar en una sola ventanilla el control de los comercios.
Por eso hay direcciones que habilitan, otras que indican si la obra es compatible con el lugar a construir un local, la aprobación de la libreta sanitaria, la calidad de los productos comercializados, la bromatología, los ingresos brutos, etc, etc, etc.
Cada director tiene, a su vez, su propio núcleo de empleados que suele inspeccionar lo mismo que el de la otra área municipal sin cruzarse información ni generando una política única de control, habilitación y cobro.
A esto se suma la burocracia que permite la abundancia de gestores, oficiales u extraoficiales, que pueden aparecer en cada municipio, con nombre y apellido, para aprobar o desaprobar habilitaciones, controles o mejorar la cuenta final del monto a abonar.
En los últimos años hubo fuertes avances en estos procesos de creación de ventanilla única, pero no alcanzan a encuadrar todo. Por decisiones políticas, en aquellos lugares donde los comercios o las industrias tienen más importancia en los ingresos públicos, se decidió dividir marcadamente todo para tener una mejor percepción, directa o indirecta, de la plata en circulación.
En otros, donde los emprendimientos urbanos como desarrollos de barrios privados o parques industriales tienen mucha más importancia, la división de direcciones que controlan y administran se da en esos rubros.
No obstante los avances observados, también se contempla que a cuanto más uno se aleja de la Ciudad de Buenos Aires, donde se mantienen algunos vicios del pasado, los controles pasan a ser al puro arbitrio y decisión del intendente, que centraliza todas las decisiones.
Entonces, aprovechando esta circunstancia, ¿no habrá llegado la hora de generar un marco único regulatorio para las actividades comerciales, industriales y de habilitación? Estas deberán tomar una base para luego entender la realidad social de cada comunidad.
¿Podrá realizarse un verdadero control de calidad? Con una planta de personal que en la mayoría de los casos no ha sido capacitada para tal efecto y con una libreta de actas disponible puede generar más problemas que soluciones.
¿Se podrá educar más que castigar o esquilmar a los supuestos infractores? En muchos casos los comercios parecen culpables antes de cualquier inspección.
¿Se pondrá como meta no la recaudación y sí el control y la solución?
Son algunas cosas, sueltas, dispersas, que se pueden proponer en estos momentos donde algunos tendrán mucho poder. A grandes responsabilidades, grandes sacrificios y obligaciones.
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