Esta frase, formulada por el diputado nacional de Juntos por el Cambio, Waldo Wolff, encierra una certeza pocas veces utilizada en la política doméstica y que, por hacerlo, llevó a Cambiemos al poder hace cuatro años mientras que al Frente de Todos le permitió volver en 2019.
Después está la consideración del actuar en el poder, algo que fallaron, a todas luces, ambos espacios políticos. Unos porque quisieron hacer en los dos primeros años un cambio cultural descomunal y quisieron barrer no solo con dogmas o creencias políticas, sino con certezas comprobadas, como el valor de la territorialidad, la experiencia de la dirigencia con su cercanía y el valor de la economía doméstica en cada decisión.
La actual administración, que supo captar el deseo de todos los desencantados macristas más el propio voto peronista y por eso produjo su unidad, es una concatenación de desatinos políticos, comunicacionales, organizativos y de gestión que hace que, a pesar de la pandemia, su administración tropecé todos los días con los palos que le ponen sus propios integrantes, que se desconfían mutuamente.
Cambiemos no fue inteligente ni amplio. El Frente de Todos aún no comprendió que, a pesar de ser la que más votos tiene per sé, Cristina Fernández de Kirchner y lo que ella representa son el pasado. Muchos creían en la foto de Alberto Fernández con Rodríguez Larreta y Kicilof como la interpretación cabal del voto de 2019. Eso no existe más.
La foto que realizaron tras el encuentro Wolff, la presidente del PRO nacional, Patricia Bullrich y el titular partidario bonaerense e intendente de Vicente López, Jorge Macri, no tiene tanto impacto como el contenido del twitt lanzado por los tres.
En más de una charla el intendente Macri ha ofrecido una expresión similar al del título de hoy en cuanto al concepto, que vale tener en cuenta. Si bien el rumbo elegido lo marca el primero de la fila, el ritmo lo impone el último, para que todos lleguen juntos al lugar deseado, y no desmembrados.
La oposición cambiemista ya supo como juntarse. Ahora tendrán que ponerse de acuerdo en el ritmo que quieren imponer para que todos puedan seguirlos. Pero para que esto suceda es esencial, fundamental, que se tomen en cuenta las procedencias, los puntos en común y los elementos que tienen más distancia entre sí para poder acortarlos.
Su obligación es hacerlo antes de llegar al poder, si lo hacen nuevamente. Porque las experiencias pasadas y actuales garantizan un nuevo fracaso que la sociedad argentina no podrá soportar sin provocar un sisma capaz de imponer un pato Donald trágico en lo más alto del poder.