O se sube el precio o las operaciones de todos y todas están a flor de piel. Florencio Randazzo parece ser el hombre al cual se le atribuyen almuerzos, cenas, cafés y cualquier otro tipo de reunión que provocarían, en un futuro no muy lejano, que nadie ya se anime a decirle “el flaco”.
Es cierto que está más activo y que dialoga con todos los sectores del “centrismo argentino”, aunque al final de cuentas terminen siendo funcional al kirchnerismo, que es lo que Randazzo menos quiere. Las votaciones en el Colegio de la Magistratura de Graciela Camaño, que la diputada suele sostener que lo hace porque no está ni con los K ni con Macri, siempre benefician a los primeros en sus travesuras judiciales.
Roberto Lavagna tiene a su hijo como jefe del INDEC que le dio la peor noticia en esta semana corta al gobierno. El aumento de la pobreza saltó y la indigencia ya superó, holgadamente, el 15%. Sin embargo, muchos de sus aliados políticos cobran de las oficinas públicas sin ningún tipo de prejuicio y sus legisladores zigzaguean entre apoyar o abstenerse frente al oficialismo.
Distinto es el caso de Joaquín De la Torre, quien sabe de antemano que con el kirchnerismo no irá ni a la esquina, pero sostiene también que los ultra macristas aportan más problemas que soluciones. Con él sí trabaja en la ancha avenida del medio, donde Miguel Angel Pichetto es un límite. El ex senador es hoy miembro de la mesa de conducción de Juntos por el Cambio.
Así las cosas, Randazzo se encamina a aparecer pronto, aunque no le puso fecha ni lugar a su reaparición. Sigue dialogando con su gente de confianza, explora alternativas, pero choca con la realidad que tuvo Sergio Massa antes de volver al kirchnerismo. La ancha avenida del medio, al momento de la elección, es una calle sin salida.
Esta semana volvieron a aparecer notas donde ponen al ex ministro del Interior y Transporte de Cristina Fernández de Kirchner dialogando con los más centristas de los espacios más fuertes de la escena política. El Frente de Todos y Juntos por el Cambio.
Con Juan Zabaleta, intendente de Hurlingham y empoderado del albertismo no nato, dicen que se lo vio por Puerto Madero conversando animadamente. De los dos lados cercanos niegan tal encuentro. “A veces no puede juntarse en la muni sin que luego lo llamen para preguntarle por qué, mirá si se va a juntar en el centro de operaciones del país”, dijo uno de los que conocen, y mucho, al jefe comunal.
“No es necesario un café para hablar con un compañero, pero por ahora no hubo nada de nada”, dijo uno de los que quiere al “flaco” en el centro de la discusión.
Zabaleta no terminó bien la relación con Randazzo cuando éste decidió enfrentar a Unidad Ciudadana en 2017. Si bien fue el que más activamente trabajó, junto con el Movimiento Evita, Santiago Cafiero y Gabriel Katopodis en su decisión de salir del kirchnerismo, en aquel momento expuso que su presencia en una boleta “le daba aire a Cambiemos”. Si bien con el Instituto Patria no se lleva, con el macrismo mucho menos.
El otro intendente que esta semana sufrió en carne propia el costo por dialogar con el kirchnerismo es Jorge Macri, a quien también habrían visto en una pizzería de la zona norte con el ex candidato de Cumplir. “Jamás me junté ni ahí ni en ningún otro lado”, fue la tajante respuesta del intendente de Vicente López.
Casualidad o no, tanto el primo Jorge como “Juanchi” son los dos que siempre trabajan para mantener a salvo los débiles puentes que entrecruzan las relaciones entre oficialismo y oposición. Y dialogar con Randazzo los ubica como los expone a dar explicaciones en sus respectivos espacios.
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