El “no hablo con nadie” le pertenece textual a Axel Kicilof. El gobernador electo de la Provincia de Buenos Aires destinó para la búsqueda de datos de toda la administración bonaerense a cuatro o cinco personas de su más estrecha confianza.

Sin embargo, estas personas, entre las que están Carlos Bianco, Federico Thea, Agustina Avila y Augusto Costa ya les dicen a sus interlocutores que no tienen idea quiénes serán los funcionarios que ocuparán los cargos futuros y que ellos, los adelantados, sólo son eso, buscadores de información y nada más.

“Decile a tus intendentes que no me llamen más. Sólo hablo con vos”, le dijo Kicilof a María Eugenia Vidal de buen tono, y le amplió. “No dá que hable con ellos si aún no lo hice con los míos”, le dijo.

Exactamente sucede eso. Desde el encuentro en Tigre, donde la escena la dominó toda su gente de confianza, relegando a un costado al único intendente que se sentó en la mesa ampliada de cabecera además del anfitrión, todo se centró en su discurso y exposición.

Su mensaje fue aceptado por los presentes, que luego lo decodificaron en soledad y llegaron a la misma conclusión: muy poquito para ellos.

Por eso se están sucediendo reuniones de todo tipo, calibre y color a lo largo y ancho de la provincia, en la que el gobernador electo sólo fue a una porque se hizo en un ámbito académico: la universidad de Hurlingham, conducida por Jaime Perczyck.

En ese ciclo supuestamente de debate económico también participó Máximo Kirchner pero casi no hubo intendentes, salvo el local, Juan Ignacio Zabaleta y su socio político, Gabriel Katopodis, virtual futuro ministro de Obras Púbicas, el vecino Lucas Ghi, de Morón y Gustavo Menéndez, de Merlo.

Hace una semana se habían reunido en Ensenada los hiperkirchneristas Mario Secco, el anfitrión, Jorge Ferraressi, de Avellaneda y Durañona y Vedia, de San Antonio de Areco, al que se le sumó Ariel Sujarchuk, de Escobar. Todos reclamaron por más participación y para esto anunciaron que tenían planes y propuestas para aportar.

Mientras tanto, crecen las especulaciones sobre el gabinete nacional y el provincial. Algunos sostienen que todo se conocerá en la primera semana de diciembre, con diferencia de un día entre el anuncio de Fernández y el de Kicilof.

Y también se agrandan las conspiraciones. Convencidos de que el gobernador electo solo tiene una jefa, Cristina de Kirchner, y un llamado obligatorio para no desairar, Máximo Kirchner, el resto pertenece a un planeta gaseoso. Sergio Massa es escuchado, pero no tiene el rol protagónico que pretende de este lado de la General Paz; Verónica Maggario, la vicegobernadora electa, tampoco tiene un gran rol en este proceso de designación de autoridades y Martín Insaurralde, el amigo de Máximo, negocia permanentemente para que uno de sus más cercanos legisladores se quede con la conducción de la Cámara de Diputados, gestión que tampoco aún ha concluido.

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