LAS ALARMAS SE ENCIENDEN TODAS JUNTAS

La preocupación es la misma. No hay distinción ni partidaria, ni de género ni de región.

La crisis post pandemia podría ser tan o más impactante que la que nos dejó la cuarentena más larga del planeta.

Frente a su tablero de control, Soledad Martínez, secretaria de desarrollo social de Vicente López, muestra el mapa calórico de su distrito y lo compara con el de años anteriores.

De pronto, una inmensa mancha roja se expande desde avenida Constituyentes, en el límite de General San Martín, hacia el corazón de Olivos. Villa Martelli, el límite de Villa Adelina, Carapachay, Munro y Florida manifiestan una brutal caída de la clase médica que requirió cuadriplicar la asistencia social.

Martínez, quien anoticia cotidianamente a Jorge Macri de esta cruda realidad, también pone de manifiesto que “esto vino para quedarse mucho tiempo”. El intendente sabe que no alcanzará sólo con dinero y desde hace dos años implementó toda una batería de medidas para sostener a una clase media que se descascaraba.

A varios kilómetros de allí, conectados por la ruta 4, avenida Márquez, Juan Zabaleta maneja el mismo criterio. Conectado más directamente con Alberto Fernández y con gente de su confianza en puestos claves del gobierno, el intendente de Hurlingham sabe que “comida no va a faltar”.

Pragmático y caminador, se adelanta para “cuando empiece a faltar la paciencia, lo que tiene que aparecer es la política. Y ahí nosotros tenemos que dar el 120% si es necesario. Es estar, escuchar, poner el cuerpo y ayudar a los que se pueden caer del sistema”, sentenció hace cuatro meses. Nada de esa mirada cambió a noviembre.

Williams Morris, Villa Tesei son las localidades, con sus respectivas subdivisiones, en las que tienen que estar siempre atenta la mirada del Estado. Allí cohabitan, como en la mayor parte del gran Buenos Aires, la economía informal con la precarización social.

Parece que esto es lo que hará falta. Según se informó oficialmente, la ayuda especial IFE dejará de pagarse. Si bien se abonaron tres en siete meses, se esperaba la llegada del cuarto ingreso familiar de emergencia.

“Eso nos ayudó con la clase media y media baja que no tenía cómo conseguir un ingreso. Era el comerciante pequeño, el del barrio, la peluquera, la modista y varios oficios. Ahora están volviendo, de a poco, pero no está bueno que la gente no reciba nada en estos tiempos”, comentó otro intendente oficialista del noroeste bonaerense.

Según informó oficialmente el municipio de Morón, en lo que va desde marzo hasta la fecha la administración de Lucas Ghi distribuyó 540 mil canastas de alimentos para familias con chicos en edad escolar.

En abril, el municipio de Ituzaingó, a cargo de Alberto Descalzo, había dispuesto la distribución de alimentos entre los conductores de vehículos escolares que se habían quedado sin ingresos producto de la pandemia. Y aún lo sigue realizando. En diálogo con Sentido Común, el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, repitió que “es imprescindible que la actividad se reactive y en ese momento dejar de asistir monetariamente a la gente. Todavía falta terminar ese puente”, ejemplificó.

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