El ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, a través del viceministro Nicolás Kreplack, alertó que si sigue el crecimiento de la curva de contagio el sistema sanitario bonaerense colapsará y también vaticinó que “si me dicen que esto termina en septiembre firmo ya”.
La dramática advertencia del funcionario, a la que le siguió el gobernador Axel Kicilof en diálogo con los intendentes en el mismo momento que le entregaba un adelanto del tesoro para auxiliar a los municipios, no hacen otra cosa que magnificar la pregunta general: ¿para qué sirvió la cuarentena más larga del mundo?
Estadísticamente, funcionarios municipales, nacionales y directores de hospitales bonaerenses que prefieren el anonimato sostienen casi al unísono que un 80% de los contagiados no necesitan ser internados porque no tienen síntomas o son muy leves, y sólo un 15% tendrían quedar alojados en los hospitales o lugares acondicionados para tal fin. El 5% restante, que puede ser un poco menos, inclusive, son los que necesitarán respirador y cama de terapia intensiva.
El mismo panorama tienen las diferentes federaciones que agrupan a las clínicas privadas, aunque estas sí ya observan un crecimiento más exponencial en su cantidad de internados. Para que esto suceda pesan mucho dos circunstancias: la obligación del prestador médico privado y los protocolos que les son obligatorios. “Acá muchas veces no podemos decirle al afiliado quédate en casa”, aceptan.
Sin embargo, “no todos tienen que ser internados o quedarse en observación. Pueden volver a sus casas o aislarse hasta que les den el resultado del hisopado”.
Acá está el otro tema: la tardanza de los resultados de los análisis para predeterminar si se está o no contagiado de COVID’ 19. Por las exigencias ante la pandemia, los casos sospechosos deben quedar internados, salvo decisiones no precisas de ambas partes. Pero en los hospitales públicos irremediablemente deben esperar el resultado en el hospital, aislados.
Esta espera puede tardar entre 48 o 72 horas mínimos. En ese período, los casos se acumulan y, efectivamente colapsa. Pero no por la gravedad de los enfermos, sino por los protocolos utilizados.
Y, si a todo esto se le suma la falta de médicos, enfermeros y auxiliares para atender las nuevas camas de urgencia habilitadas en estos últimos dos meses, todo sí colapsa. Hay hospitales donde no pudieron habilitar las salas de COVID ‘ 19 con respiradores inclusive porque no hay quien atienda ese espacio.
Entonces, cuanto más mesura y responsabilidad se necesita, es dramático ver y escuchar todo lo que se dice sobre la crisis sanitaria que se avecina. Que no es culpa de la gravedad de la infección, sino de la multiplicidad de factores que inciden en el colapso.
MÁS INFORMACIÓN:







Impactos: 18