Esta semana asumió Eduardo Márquez, ex concejal de Tres de Febrero y amigo personal de Gabriel Katopodis, como delegado de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires.
Esta designación vino acompañada por una foto por demás entrañable entre el Defensor del Pueblo, Guido Lorenzino, y el intendente local, Diego Valenzuela, que traduce la buena relación que existe entre un sector del peronismo bonaerense con la gestión de María Eugenia Vidal.
Lo extraño de la designación de Márquez es que viene de perder la interna del
peronismo formal cuando era candidato de Cumplir. Su rival, Gustavo Torres,
hijo del reconocido dirigente metalúrgico Raúl Torres, quien le ganó
ampliamente y sin apoyo de ningún intendente, no entiende cómo desperdician a
los ganadores.
Lorenzino, por su parte, aparece como uno de los operadores de los jefes
comunales que hace dos años fracasaron en el armado del grupo Esmeralda y ahora
postula a Martín Insaurralde como candidato a gobernador.
Parte de este proyecto tiene cierto guiño del oficialismo de la Provincia, pero
empieza a ser resistido por otros intendentes que creen que todo armado con
candidato in voce atenta contra el reclamado proyecto de unidad.
La sugestiva integración del intendente de Guaminí, Néstor Alvarez a la
Defensoría también provocó ruido. Miembro del kirchnerismo que conduce la
sobrina nieta de Eva Perón, la diputada nacional Cristina Alvarez Rodríguez,
consideran una provocación tal nombramiento, que desarticula parte de la
estructura K de la 6ta. Sección electoral.
Uno de los vasos conducentes entre Insaurralde con Alvarez Rodríguez es el ex
concejal de San Martín, Oscar Bitz. De Casualidad o no, de allí también es
Katopodis, amigo personal de Lorenzino.
Es de esperar que en los próximos meses, a pesar del fuerte pedido de ajuste,
esta dependencia amplíe su estructura política al abrir nuevas oficinas en la
mayoría de los municipios. Para la Defensoría, “estar cerca es muy bueno”, como
rezaba el slogan de Canal 13 hace un poco tiempo atrás.
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