La situación económica de la Argentina explotó por el contexto internacional pero se profundizó por las cuestiones estrictamente políticas, que el gobierno nacional se niega sistemáticamente a aceptar.
El gobierno sabía que la herencia que recibía era descomunal y también comprendía acabadamente que quienes quebraron al país, lo saquearon y le mintieron a la sociedad por muchos años no iban a hacerse cargo de nada.
Sin embargo, ante esta situación, la idea de la solución mágica, del Yo todo poderoso, le ganó al resto de las variables que le informaban, tal cual tablero de control, sobre los peligros a los que se debía enfrentar. Creyó más en “ahora si será distinto” que en la misma realidad y las muestras brutales del pasado inmediato.
Hoy la mesa de coordinación política dejó de funcionar nuevamente, producto de que Macri vuelve a tener el mismo inconveniente: le abre el diálogo a los opositores antes que a los propios.
No interactúa con los miembros del radicalismo y Elisa Carrió para definir nada. Ni siquiera los consulta. Esa irritante actitud hace que Ernesto Sanz, que había vuelto a frecuentar Olivos, no haya aparecido por ahí desde hace varios días. Y que los gobernadores radicales directamente no hagan más que mandarle mensaje de desagrado.
Lo que podía haber sido no fue. Una convocatoria desde un lugar de poder, al inicio de su mandato, que recogiera a todos los que se querían despegar del desvarío que los gobernó hasta 2015. La discusión en ese momento era si le debían dar o no espacios de poder a los que se huían de su pasado. El resultado es por todo conocido: no hubo ni lugares ni convocatoria ni acuerdo.
Ahora es tarde para intentar hacer algo parecido. La debilidad del gobierno, más precisamente sus urgencias, hace que el peronismo, en cualquiera de sus formas, crea que está cerca del poder y hace que dialoga, pero la verdad es que le impone nuevas condiciones para tomar más impulso para una hipotética vuelta.
Esas condiciones incluyen modificar lo acordado a principio de año y volver a poner a la Provincia de Buenos Aires en inferioridad de condiciones. Saben que bien administrada y con María Eugenia Vidal al frente, el metrobus, las cloacas, el agua corriente y las rutas se hacen y no se inauguran cuatro veces.
La fortaleza de Vidal es el máximo valor que tiene una hipotética chance de reelección macrista.
Pero ojo. El otro que lo tiene que saber es el propio Macri, a quien cada vez le cuesta ver más la realidad a través de los que él mismo describió como sus ojos: el trío Marcos Peña, Quintana y Lopetegui.
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