Cando éramos niños, pre infantes casi, nuestros padres, anticuados, poco sutiles, y hasta muy directos, nos amenazaban con que si nos portábamos mal o no cumplíamos con lo que ellos nos decían iba a venir el hombre de la bolsa y nos iba a llevar.
¿De dónde, cómo, cuándo?… Todo quedaba librado al azar y, algunas noches, las pesadillas nos llenaban de miedo. Pero, cuando crecimos un poco, nos dimos cuenta que el hombre de la bolsa no existe, y nuestros padres tampoco se atrevían a decirlo de nuevo. Porque si no el sistema de autoridad sobre el que ejercían su dominio quedaba definitivamente quebrado.
Quizás porque son de nuestra misma edad o porque lo vieron en algún momento, los funcionarios más locuaces del gobierno de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, de Seguridad, y Daniel Gollán, de Salud, vienen anunciando miles de muertes e inconvenientes sociales que ningún otro referente político se ha animado a exponer hasta el momento.
Berni comparó la situación en la villa Azul, en el límite de Quilmes y Avellaneda, donde hasta el momento hubo aproximadamente 200 infectados por el COVID’19, es “peor que una explosión nuclear”.
Gollán, por su parte, había exclamado en un tweet que la culpa de la aparición en el territorio bonaerense del COVID es de la Ciudad de Buenos Aires mientras que su segundo, Nicolás Kreplack dijo, tranquilamente, que “vimos 92.000 personas…” ¿Cómo los vieron? Seguramente sin testeos, porque no hay.
Preciso, Kreplack también dijo: “o es cuarentena estricta o nos vamos al otro extremo”. Textual. Nada en el medio.
¿Es posible decir semejantes manifestaciones? De comparar a una explosión nuclear hasta no saber qué hacer si no es un confinamiento estricto. ¿Son los más sabios nuestros funcionarios? Parece que ni siquiera fueran los mejores declarantes.
La provincia de Buenos Aires, y el Conurbano en particular, padece una pandemia desde hace décadas provocada por la desindustrialización, la pérdida de empleos, los permisos de los intendentes para la ocupación de tierras a cambio de votos. Por eso está colapsado, aún antes del coronavirus.
Entonces, por más amenazas infantiles que nos hagan, o frases grandilocuentes que disparen, la sociedad sigue siendo más adulta que estos tutores del miedo.
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