Si algunos analistas y dirigentes políticos que pertenecen al Frente de Todos se entusiasmaron con el acuerdo alcanzado con los bonistas como el Día D para lanzar el Albertismo, van a tener que seguir esperando una nueva oportunidad.
Hoy, cuando aguardaban que se ultimaran los detalles para la conexión que le permitiría al presidente Alberto Fernández saludar por la inauguración de nuevos servicios en el Hospital del Bicentenario de Ituzaingó, los intendentes presentes hablaban de todo, pero no del albertismo. Y terminado el acto se fueron raudamente.
Leonardo Nardini, de Malvinas Argentinas, Gustavo Menéndez, de Merlo, y Juan Zabaleta, de Hurlingham, se acercaron hasta el distrito que conduce Alberto Descalzo para acompañarlo en el acto. También estuvo Gabriel Katopodis, el ex intendente ahora ministro de Obras Públicas, quizás el otro primer albertista.
Todos tienen más ganas de emanciparse de La Cámpora que de otra cosa. Pero hoy “el horno no está para bollos”, relató la semana pasada uno de los más impulsivos pero también más zigzagueante.
Quizás la presencia del gobernador Axel Kicilof hizo que mucho no se pudiera hablar de ese tema. Pero en off, una vez finalizado el acto, todos coincidieron que la posibilidad de hacer del presidente el jefe político del proyecto que está manejando el poder no es una variante en estos momentos.
Para esta situación contribuyen varios movimientos simultáneos. Katopodis inició, por su contacto cotidiano en el ministerio con dirigentes provenientes del camporismo, un diálogo más continuo con los allegados a Máximo Kirchner, entre ellos Andrés “Cuervo” Larroque, con el que compartió un acto hace quince días y quedaron en trabajar, primero, para no incrementar el debate fuera del espacio.
El ministro de Obras Públicas es un primus inter pares al conocer a todos los jefes comunales. Y suele escuchar lo que dice Sergio Massa de Máximo K, a quien compara casi con su padre. “Es mucho más Néstor que Cristina”, dicen en el entorno del presidente de la Cámara de Diputados de la Nación.
Entonces, ni Massa, ni Katopodis ni Santiago Cafiero, “los ojos de Alberto”, están pensando en el albertismo por el “bien de todos” y por sus propios proyectos. Las diferencias suelen dirimirse en privado, pero existen y son habituales en los asados y reuniones que realizan aunque no estén habilitados por el aislamiento social obligatorio.
Entonces, intendentes que no dudan en criticar varios aspectos del “vamos por todo”, o que directamente desafían con sus posturas a Kicilof o a su ministro estrella, Sergio Berni, no encuentran más aliados que ellos mismos.
La multiplicidad de factores hace que todos estén amenazados o aparezcan conspirando. Las reelecciones de los intendentes, privados para un nuevo mandato por la reforma del antiguo acuerdo entre Massa y María Eugenia Vidal, no tienen a los Kirchner como sus impulsores. Kicilof ojea y hablará cuando llegue el momento y sepa qué le conviene. Massa cree que tiene posibilidades en 2023. Pero eso será siempre y cuando que el hijo de la vicepresidente lo siga teniendo como su nuevo mejor amigo. Máximo Kirchner, como se ve, sabe que todos los intereses lo tienen a él como el hombre decisorio.
Impactos: 23