El ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, espera que el gobernador Axel Kicilof “se anime” a pedirle la renuncia y entre íntimos manifiesta que se siente “más fuerte que nunca”.
Reconocido como ejecutivo y directo, su imagen es la única que se conoce de un gris ejecutivo provincial que todos los días está azotado por versiones de renuncias o cambios inminentes.
Berni, quien hizo desmentir que le hayan pedido la renuncia a través del ministro del Interior, Wado De Pedro, sabe que hay una única persona que le puede decir que se vaya: su conductora, Cristina Fernández de Kirchner. Luego no reconoce a nadie más en términos de jefatura.
El gobernador está en una disyuntiva que preveía que iba a tener con un hombre “inmanejable” que “no sólo no juega en equipo… Lo único que dá son órdenes”.
Pero en la actualidad, con el delito creciendo, con la aparición de nuevos delincuentes y otros que agravaron su crudeza y ya no dudan en apretar el gatillo ante cualquier situación, Berni termina siendo un escudo protector que a todos les conviene, inclusive a los intendentes que ya prefieren no hablar con él.
En momentos donde lo que sobra es confusión, el escaso grupo que acompaña al ministro bonaerense cuestionado se abroquela aún más y lo defiende. Dicen que es el que más se expone, el que más alto nivel de aprobación tiene y que “si esto le sirve para una próxima campaña, mejor”.
“Vos no podes dejar de lado a un tipo que lo conoce el 100% de la población y encima te trae votos que nunca votarían por el kirchnerismo que juega a liberar presos”, afirmó uno de los asesores provinciales.
Así las cosas, es cierto que puede pasar cualquier cosa, e inclusive hoy, mientras se escribe este artículo, “el loco se puede ir si le siguen rompiendo …”. Quizás esta semana haga alguna aparición “articulando” con intendentes oficialistas y de la oposición. Continuará.
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