La Provincia de Buenos Aires está saturada en la cantidad de hisopados y es por eso que está deteniendo, de manera directa e indirecta, la cantidad de consultas que se realizan en los hospitales públicos y limitan sólo a los laboratorios centralizados en su territorio el envío de los estudios realizados en cada centro de salud municipal y provincial.
En estos días sorprendieron algunas situaciones aparecidas en los municipios de AMBA. En uno de los casos, un distrito que solía derivar los hisopados a la Facultad de Medicina le fue ordenado no hacerlo más y le pidieron que lo hiciera en el laboratorio de Malvinas Argentinas o, en su defecto, a San Miguel.
En General San Martín se dispuso aplicar declaraciones juradas con anterioridad al chequeo médico del paciente. En la misma se detallan una serie de consultas similares a las que aparecen en la aplicación CUIDAR, pero en uno de los puntos les advierten que es privativo del Estado determinar adonde debe esperar el resultado del estudio que determina si tiene o no COVID.
Es en ese momento donde muchos tienen duda y vuelven a su domicilio sin saber si están o no contagiados. Prefieren quedarse en sus casas antes que le digan que deben ir a un centro municipal o a Tecnópolis. Ni el incentivo de $500 pesos por día parece haber funcionado.
Si bien la declaración jurada se instauró en un primer momento, hoy se utiliza con mucho mayor rigurosidad por la escasez de material para los hisopados. Los municipios están obligados a llevar 80 casos diarios a los laboratorios, lo que significa la mitad o un cuarto, según el distrito, de lo que habitualmente enviaban para saber si se estaba ante un caso positivo o no de coronavirus.
“Todos los que se hisopan en San Martín ya ni se envían al Eva Perón… Y se hace porque se quiere aplacar la cantidad de reactivos, pero mientras que esto perdure deberían trabajar en turnos de 24 horas y pongan todo los hisopados necesarios”, dijo, ofuscado, un reconocido especialista con varias décadas de trabajo en el territorio.
La situación de saturación hospitalaria, lamentablemente, llegó a varios lugares. Sin embargo, no puede ser informado con toda claridad porque ahora la gente no cumple con las consignas. Luego de cinco meses, el cuento “Juancito y el lobo”, se está cumpliendo. Tanto amenazar cuando no era necesario, ahora se prefiere no informar y limitar los hisopados.
En el hospital Eva Perón de San Martín, muchos casos sospechosos de COVID aguardan en las guardias o directamente deambulan por los pasillos de las zonas de internación a la espera de que se produzca un alta médica. Apenas sucede, el paciente se “zambulle” a la cama desocupada para seguir siendo atendido.
“Estamos utilizando las nuevas salas que fueron construidas para pediatrías para atender el COVID. Estamos con el 98% de ocupación de las camas UTI, tenemos muchas enfermeras contagiadas y una lamentablemente falleció. Ya tenemos tres compañeros fallecidos”, comentó un médico que también alertó por la “falta de recursos humanos”.
Si bien los médicos estiman como tiempo promedio las 48 horas para saber el resultado, la realidad indica que ese tiempo, en promedio, ya llega a cuatro días. Los hospitales ya no tienen espacio para que los pacientes aguarden ahí.
Esta situación ya había sido alertada por varios secretarios de Salud y publicado en Sentido Común. Sin embargo, no se pudo hacer mucho más que equipar y armar nuevos centros de atención. El embudo siguió siendo los laboratorios.
Hoy, con los lugares de análisis y las camas en su punto casi límite, es difícil volver a hacerle creer a la gente lo que no se pudo informar eficientemente porque se discutía y se pretendía instalar qué provincia o ciudad tenía más infectados.
Los intendentes, que tanto conocen el humor social, quedaron entrampados en la lógica amigo enemigo sin querer, ya que si decían públicamente lo que pasaba o creían, podían dejar desairados a los funcionarios provinciales con los que deben trabajar y articular cotidianamente.