En momentos como estos, lo esencial no es solo sentirse cuidado, sino querido. Al parecer, esto que parece ser una cuestión de sentido común, parece complicarse en algunos hospitales, sanatorios y clínicas que no comprenden la gravedad de la situación.
Por falta de voluntad o por culpas, los sanatorios privados se niegan a brindar mayor información que la esencial. O ni siquiera eso.
Uno de los casos que sobresalen, como siempre, es el de la Clínica La Merced, de Martín Coronado. Dos experiencias muy cercanas a esta redacción hicieron que los prejuicios que pesan sobre ese nosocomio crezcan de manera exponencial.
La falta de limpieza, escasa o nula información y respuestas descorteces cuando el paciente o un familiar se preocupa por su salud supera todos lo conocido.
Según la locutora Aldana Romaniuk, quien ingresó con algunos síntomas de COVID’19 pero finalmente no está contagiada, lo que pasó durante su corto pero intenso período de internación.
El 4 de mayo ¨cuando ingresé, llevaba puesto guantes de látex y mi barbijo negro de tela. En la entrada me rociaron con una solución de alcohol y agua y me hicieron aguardar en un consultorio de guardia. A los 15 minutos empezó la pesadilla: entró un médico de guardia todo protegido y sin revisarme me miro y me dijo: hola mamá te informo que te vas a quedar internada porque tenés coronavirus… en ese momento la poca lógica que me quedaba desapareció y quede ahí cómo flotando en la mierda que me pasaba. Le dije queeeee? Activamos el protocolo nacional, te vamos a hacer un hisopado y debemos dejarte internada por prevención”.
Sin embargo, a los minutos, y ante el inicio de una su taquicardia nerviosa por semejante noticia, el mismo médico, como si no pasara nada, le dijo : ”te pusiste nerviosa? … Bueno mami cálmate hay que esperar el resultado”.
Sin embargo, eso no fue lo peor. El final de la historia es que Aldana fue dada de alta puesto que tenía una faringitis que le había sido diagnosticada en primer momento pero debe guardar cuarentena porque durante su estadía en La Merced estuvo en la misma habitación de una paciente que sí tenía COVID’19.
Otro paciente, que por pedido expreso de los familiares no se expondrá su nombre, ingresó el 20 de marzo con una severa crisis pero con una serie de estudios para realizar de manera urgente. El 20 de marzo este jubilado, afiliado a PAMI, fue internado y recién dos días después le empezaron a aprobar alguna de las ecografías requeridas.
Pero nunca lo diagnosticaron como corresponde, según la denuncia que está siendo analizada por el instituto de jubilados y pensionados y hasta el momento los familiares no saben cuál fue el motivo de su deceso.
A pesar de los traumáticos momentos, ninguna de las familias involucradas en estos testimonios dudan de la idoneidad médica. Sino de algo mucho más intangible e imprescindible. Una respuesta precisa. Un acompañamiento y mayor empeño en la higiene general. Monotributistas y jubilados tienen que pasar por allí desde hace años. Y nada parece que cambie.
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